martes, 10 de julio de 2007

SARMIENTO & EL IMBROGLIO CELULOSICO

Argirópolis (ciudad del Plata), es una de las obras menos conocidas de Domingo Faustino Sarmiento. Publicada en 1850, debe ser considerada como un producto de su exilio chileno y como una continuación del capítulo "Presente y Porvenir" de Facundo, en el que se encuentran bosquejados la mayoría de los temas que el sanjuanino despliega en este "raro" trabajo, cuya rareza no debería sorprendernos, ya que su autor fue definido por Paul Groussac como alguien "gigante y extraño".

En palabras de Felix Weinberg se trata de "un análisis sobrio de los más candentesproblemas argentinos y un llamado sereno y firme a la vez a todos los sectores interesados en hallar soluciones razonables". El estilo de Argirópolis es también atípico, alejado del modo combativo tan característico del autor, por ejemplo cuando señala que

... veinte años nos hemos ocupado en saber si seríamos federales o unitarios y por ello se persiguieron, expatriaron o mataron unos a otros. La realidad del país y los acontecimientos vividos terminaron por definir la porfiada lucha … Es inútil pues detenerse sobre este punto decidido de hecho y de derecho. El Congreso será FEDERATIVO en cumplimiento del tratado que liga a todos los pueblos de la República.

Cuando se refiere a los unitarios señala:

Son un mito, un espantajo, de cuya sombra aprovechan aspiraciones torcidas. ¡Dejemos en paz sus cenizas! Los unitarios ejercieron el poder en 1824, y suponiendo que la generalidad de sus miembros tuvieron entonces la edad madura que corresponde a los hombres públicos, hoy, después de veintiséis años transcurridos, los que sobreviven al exterminio han encanecido, y cargados de años, debilitados por los sufrimientos de una vida azarosa, solo piden que se los deje descender en paz a la tumba que los aguarda.

El objetivo "utópico" del libro era instalar la capital de los "Estados Unidos del Río de la Plata" en la isla Martín García pero su objetivo "práctico" era mucho más vasto como se ha señalado. ¿Por qué Argirópolis tiene actualidad frente al conflicto con Uruguay por la instalación de la planta de Botnia?

Porque Sarmiento hace un adecuado análisis del comercio interior y exterior de los países de la cuenca del Plata como así también de la navegación de los ríos Paraná, Uruguay y Paraguay, concluyendo: "La ciudad comerciante de Montevideo resistirá ahora y siempre a someterse a su rival, la ciudad comerciante de Buenos Aires".

Si esta observación sarmientina hubiera sido tenido en cuenta por nuestro gobierno, se podría haber encarado una negociación bilateral en la que, como en toda negociación y siguiendo al sanjuanino:

No hablemos pues de derechos imprescriptibles; no busquemos en una tenaz y culpable obstinación la solución de las dificultades que nos asedian. Tomemos consejos de las circunstancias y demos a cada uno lo que legítimamente tiene derecho de exigir, sin perjudicar a los demás.

A partir de esta realista declaración de Sarmiento, ¿Qué debería haber hecho el gobierno argentino para encauzar el conflicto?

[1] Lograr la aceptación por parte de Uruguay de que violó el Estatuto del Río Uruguay.

[2] Presentar a los asambleístas la "ayuda" de la diplomacia española que hizo desistir a ENCE de construír la segunda planta como un "logro" de nuestra diplomacia, que desactivó de esa forma en un 50% la magnitud del conflicto.

[3] Obtener salvaguardias de "no-contaminación" ni química ni visual por parte de Botnia, cosa que ya tiene en el primer fallo de la Corte Internacional de La Haya.

En lugar de esto, nuestro gobierno prefirió someterse al grupo ambientalista que delibera al márgen de sus representantes y corta puentes violando la ley local e internacional y donde, como señala Sarmiento, "el grito de las pasiones sofoca casi siempre la voz templada de la razón".

El desenlace de esta cuestión luce como bastante incierto. Siguiendo al sanjuanino, como hombre de fe que era:

No maldigamos de la Providencia, que dispone y dirige los acontecimientos humanos. Deploremos nuestros propios extravíos … pero antes de entregarnos al desaliento, busquemos el medio de conciliar nuestra dignidad nacional con los intereses de los demás.

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