martes, 10 de julio de 2007

ADIOS Mr. BLAIR

Curiosas paradojas nos depara la política británica. Dos fogueados políticos y primeros ministros de distinto signo partidario vieron terminar anticipadamente sus carreras por sus políticas para el Medio Oriente. Uno, Anthony Eden, conservador y Ministro de Asuntos Exteriores durante la segunda guerra mundial, debió dimitir de su cargo de premier en 1957 como consecuencia del fracaso de la intervención armada unilateral anglo-francesa en el Canal de Suez, luego de la nacionalización del mismo por parte del líder egipcio Nasser.

El otro, Tony Blair laborista, debió renunciar en mitad de período, a causa de la creciente oposición de la población británica a la intervención de su país en Irak. El caso del Sr. Blair es particularmente más interesante, debido a sus logros, que fueron opacados por su política iraqui.

En efecto, ni la estabilidad económica británica, justo es decirlo en lo que mucho tuvo que ver su sucesor Gordon Brown, ni la política de descentralización a favor de Escocia y Gales, ni -lo que en mi opinión es el legado más importante de su gobierno y que trascenderá a las generaciones venideras- la pacificación del Ulster, le fueron suficientes para remontar el lastre iraquí.

El involucramiento del Sr. Blair en Irak y su alianza "personal" con George W. Bush en esta materia, han tenido sin duda una profunda influencia en la opinión pública en y muchos parlamentarios laboristas, advirtiendo ambos las asimetrías entre las atribuciones del Primer Ministro y el rol del Parlamento, lo que seguramente pesó en la decisión del Sr. Brown de renunciar a tales prerrogativas ministeriales, como por ejemplo declarar la guerra y firmar la paz, las que más parecen corresponder a un gobierno del "antiguo régimen" que a la más afinada democracia parlamentaria del mundo.

Nuevas funciones le aguardan a Tony Blair, como encargado de la pacificación de Medio Oriente. Ojalá que , como en el caso de Irlanda del Norte, pueda ser exitoso en su gestión, aunque lamentablemente debo ser escéptico. Pesa en mi opinión esa ley de la Teoría de la Organización que sostiene que quien fue parte del problema, difícilmente puede ser parte de la solución del mismo.

1 comments

1 comentario:

Marta Salazar dijo...

perdón por la superficialidad, pero... así está ocupado y no pasa a ser nuestro Al Gore europeo.

Un saludo grande Hugo!